La Tabla 72.1 indica la magnitud de la población empleada directamente en operaciones de producción de pasta y de papel y de transformación en 27 países, que en conjunto representan un 85 % del empleo en esta industria y el 90 % de las fábricas y de la empleo dedicado a la producción de pasta y de papel hay dos dedicados a las operaciones de transformación.
La població n empleada en la industria de la pasta y el papel trabaja fundamentalmente a tiempo completo en estructuras de gestión tradicionales, aunque algunas fá bricas de Finlandia, Estados Unidos y de algú n otro país han ensayado con é xito horarios de trabajo flexible y equipos de rotación de tareas auto- gestionados. A causa del alto coste de la inversión, muchas operaciones de la fabricación de pasta funcionan sin interrupción y requieren el trabajo por turnos; no ocurre así en las plantas de transformació n. El horario laboral varía según los modelos de empleo existentes en cada país, con una gama que va de 1.500 a má s de 2.000 horas al año. En 1991, los salarios anuales iban de 1.300 dó lares (trabajadores no cualificados en Kenia) a 70.000 dó lares (personal cualificado en los Estados Unidos) (OIT 1992). Predominan los trabajadores masculinos, ya que las mujeres representan ú nicamente del 10 al 20 % de la población empleada en esta industria. China e India representan los dos extremos, con un 35 % y un 5 % de mujeres, respectivamente.
Los directivos y té cnicos de una fá brica de pasta de papel suelen tener titulació n universitaria. En los países europeos, la mayoría de los trabajadores cualificados y muchos de los no cualificados han recibido una formació n en su oficio durante varios añ os. En Japón es comú n la formació n informal dentro de la propia empresa y el ascenso ulterior, planteamiento que está n adoptando algunas compañ ías latinoamericanas y norteamericanas. En cambio, en muchas empresas de Norteamé rica y de los países en desarrollo sigue siendo frecuente la formació n informal en el puesto. Algunos estudios ponen de mani- fiesto que, en ciertas actividades, muchos trabajadores tienen problemas educativos y está n escasamente preparados para el aprendizaje permanente exigido por el entorno de esta industria, diná mico y potencialmente peligroso.
Los costes de construcció n de una moderna planta de fabricación de pasta y papel son extremadamente altos (p. ej., la construcción de una fá brica de pasta kraft con 750 puestos de trabajo puede costar 1.500 millones de dó lares; la de una fá brica de pasta termomecano-química con 100 personas, 400 millones de dó lares), de forma que las instalaciones de alta capacidad implican grandes economías de escala. Las plantas nuevas y modernizadas emplean generalmente procesos mecanizados y continuos, con un seguimiento electró nico y controles informa- tizados. Necesitan, en té rminos relativos, pocos empleados por unidad de producció n (por ejemplo, de 1 a 1,2 horas de trabajo por tonelada de pasta en las nuevas factorías indonesias, finlandesas y chilenas). En los ú ltimos 10 a 20 añ os, la producció n por empleado ha aumentado, por tanto, como consecuencia de los avances tecnoló gicos. Los equipos má s modernos permiten una má s fá cil conmutació n entre series de productos, menores existencias en almacé n y una producción garantizada en todo momento. Las mejoras de productividad se han traducido en pé rdida de empleo en muchas naciones productoras del mundo desarrollado. En cambio, ha aumentado el empleo en países en desarrollo, donde se construyen nuevas factorías que, aunque con dotaciones de personal escasas, representan nuevas salidas en la industria. Desde el decenio de 1970 al de 1990 se produjo una disminució n del 10 % en la proporció n de puestos de trabajo manuales en las empresas europeas y norteamericanas, de forma que estos puestos representan ahora entre el 70 y el 80 % del total (OIT 1992). Ha aumentado la utilizació n de la subcontratació n para la construcció n de fá bricas, el mantenimiento y la recolecció n de madera; muchas empresas informan de que del 10 al 15 % de su plantilla está formada por personal subcontratado.
La població n empleada en la industria de la pasta y el papel trabaja fundamentalmente a tiempo completo en estructuras de gestión tradicionales, aunque algunas fá bricas de Finlandia, Estados Unidos y de algú n otro país han ensayado con é xito horarios de trabajo flexible y equipos de rotación de tareas auto- gestionados. A causa del alto coste de la inversión, muchas operaciones de la fabricación de pasta funcionan sin interrupción y requieren el trabajo por turnos; no ocurre así en las plantas de transformació n. El horario laboral varía según los modelos de empleo existentes en cada país, con una gama que va de 1.500 a má s de 2.000 horas al año. En 1991, los salarios anuales iban de 1.300 dó lares (trabajadores no cualificados en Kenia) a 70.000 dó lares (personal cualificado en los Estados Unidos) (OIT 1992). Predominan los trabajadores masculinos, ya que las mujeres representan ú nicamente del 10 al 20 % de la población empleada en esta industria. China e India representan los dos extremos, con un 35 % y un 5 % de mujeres, respectivamente.
Los directivos y té cnicos de una fá brica de pasta de papel suelen tener titulació n universitaria. En los países europeos, la mayoría de los trabajadores cualificados y muchos de los no cualificados han recibido una formació n en su oficio durante varios añ os. En Japón es comú n la formació n informal dentro de la propia empresa y el ascenso ulterior, planteamiento que está n adoptando algunas compañ ías latinoamericanas y norteamericanas. En cambio, en muchas empresas de Norteamé rica y de los países en desarrollo sigue siendo frecuente la formació n informal en el puesto. Algunos estudios ponen de mani- fiesto que, en ciertas actividades, muchos trabajadores tienen problemas educativos y está n escasamente preparados para el aprendizaje permanente exigido por el entorno de esta industria, diná mico y potencialmente peligroso.
Los costes de construcció n de una moderna planta de fabricación de pasta y papel son extremadamente altos (p. ej., la construcción de una fá brica de pasta kraft con 750 puestos de trabajo puede costar 1.500 millones de dó lares; la de una fá brica de pasta termomecano-química con 100 personas, 400 millones de dó lares), de forma que las instalaciones de alta capacidad implican grandes economías de escala. Las plantas nuevas y modernizadas emplean generalmente procesos mecanizados y continuos, con un seguimiento electró nico y controles informa- tizados. Necesitan, en té rminos relativos, pocos empleados por unidad de producció n (por ejemplo, de 1 a 1,2 horas de trabajo por tonelada de pasta en las nuevas factorías indonesias, finlandesas y chilenas). En los ú ltimos 10 a 20 añ os, la producció n por empleado ha aumentado, por tanto, como consecuencia de los avances tecnoló gicos. Los equipos má s modernos permiten una má s fá cil conmutació n entre series de productos, menores existencias en almacé n y una producción garantizada en todo momento. Las mejoras de productividad se han traducido en pé rdida de empleo en muchas naciones productoras del mundo desarrollado. En cambio, ha aumentado el empleo en países en desarrollo, donde se construyen nuevas factorías que, aunque con dotaciones de personal escasas, representan nuevas salidas en la industria. Desde el decenio de 1970 al de 1990 se produjo una disminució n del 10 % en la proporció n de puestos de trabajo manuales en las empresas europeas y norteamericanas, de forma que estos puestos representan ahora entre el 70 y el 80 % del total (OIT 1992). Ha aumentado la utilizació n de la subcontratació n para la construcció n de fá bricas, el mantenimiento y la recolecció n de madera; muchas empresas informan de que del 10 al 15 % de su plantilla está formada por personal subcontratado.
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