Los tripulantes de los buques de altura con una dotación de 20 a 80 trabajadores no pueden reclutarse dentro de una trama de estrechos lazos de parentesco y vecindad. Algunas compañías japonesas han cambiado su política de contratació n y prefieren alistar personal que se conozca por relaciones de parentesco o vecindad y que proceda de comunidades con tradició n pesquera para resolver los problemas de conflictos violentos y excesos de alcohol. (Dyer 1988). También en el Atlá ntico Norte los armadores prefieren hasta cierto punto contratar pescadores de la misma comunidad para conseguir un mejor control social y crear un ambiente amistoso a bordo.
La mayor recompensa de la pesca de altura son los elevados salarios. Ademá s, para las mujeres, representa una oportunidad de elevar su situación al efectuar un trabajo tradicionalmente masculino y considerado superior al femenino (Husmo y Munk- Madsen 1994).
La flota internacional de pesca de altura que explota las aguas del globo puede dotar a sus buques con tripulaciones de distintas nacionalidades, como ocurre con la flota de Taiwan, la mayor flota de altura del mundo. Tambié n puede suceder en pesquerías conjuntas, en que buques de países industrializados operan en aguas de países en desarrollo. En las tripulaciones multinacionales, la comunicación a bordo puede resultar perjudicada por las dificultades lingü ísticas y la jerarquía marítima intensificarse por esta dimensión étnica. Los pescadores de etnias y nacionali- dades distintas del país de pabelló n del buque pueden ser objeto de un trato considerablemente inferior al requerido, en particular si el buque opera en aguas de dicho país. Ello tambié n puede repercutir en las condiciones salariales y en la alimentación y hospedaje a bordo. Este tipo de prá cticas pueden crear entornos de trabajo racistas, aumentar las tensiones entre la tripulació n y potenciar las relaciones de poder entre oficiales y tripulación.
La pobreza, la esperanza de un buen salario y la globalización de la pesca de altura han propiciado prácticas ilegales de contratación. Al parecer, las tripulaciones filipinas están endeudadas con agencias de contratación y trabajan en aguas extranjeras sin contrato ni seguridad de pago o medidas de seguridad. El trabajo en una flota de altura con elevada movilidad y sin apoyo de las autoridades produce una gran inseguridad, que puede ser mayor a los riesgos afrontados en una tormenta en pleno océ ano (Cura 1995; Vacher 1994).
La mayor recompensa de la pesca de altura son los elevados salarios. Ademá s, para las mujeres, representa una oportunidad de elevar su situación al efectuar un trabajo tradicionalmente masculino y considerado superior al femenino (Husmo y Munk- Madsen 1994).
La flota internacional de pesca de altura que explota las aguas del globo puede dotar a sus buques con tripulaciones de distintas nacionalidades, como ocurre con la flota de Taiwan, la mayor flota de altura del mundo. Tambié n puede suceder en pesquerías conjuntas, en que buques de países industrializados operan en aguas de países en desarrollo. En las tripulaciones multinacionales, la comunicación a bordo puede resultar perjudicada por las dificultades lingü ísticas y la jerarquía marítima intensificarse por esta dimensión étnica. Los pescadores de etnias y nacionali- dades distintas del país de pabelló n del buque pueden ser objeto de un trato considerablemente inferior al requerido, en particular si el buque opera en aguas de dicho país. Ello tambié n puede repercutir en las condiciones salariales y en la alimentación y hospedaje a bordo. Este tipo de prá cticas pueden crear entornos de trabajo racistas, aumentar las tensiones entre la tripulació n y potenciar las relaciones de poder entre oficiales y tripulación.
La pobreza, la esperanza de un buen salario y la globalización de la pesca de altura han propiciado prácticas ilegales de contratación. Al parecer, las tripulaciones filipinas están endeudadas con agencias de contratación y trabajan en aguas extranjeras sin contrato ni seguridad de pago o medidas de seguridad. El trabajo en una flota de altura con elevada movilidad y sin apoyo de las autoridades produce una gran inseguridad, que puede ser mayor a los riesgos afrontados en una tormenta en pleno océ ano (Cura 1995; Vacher 1994).
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