martes, 15 de julio de 2008

Grandes buques de pesca (II)

Los tripulantes de los buques de altura con una dotación de 20 a 80 trabajadores no pueden reclutarse dentro de una trama de estrechos lazos de parentesco y vecindad. Algunas compañías japonesas han cambiado su política de contratació n y prefieren alistar personal que se conozca por relaciones de parentesco o vecindad y que proceda de comunidades con tradició n pesquera para resolver los problemas de conflictos violentos y excesos de alcohol. (Dyer 1988). También en el Atlá ntico Norte los armadores prefieren hasta cierto punto contratar pescadores de la misma comunidad para conseguir un mejor control social y crear un ambiente amistoso a bordo.
La mayor recompensa de la pesca de altura son los elevados salarios. Ademá s, para las mujeres, representa una oportunidad de elevar su situación al efectuar un trabajo tradicionalmente masculino y considerado superior al femenino (Husmo y Munk- Madsen 1994).

La flota internacional de pesca de altura que explota las aguas del globo puede dotar a sus buques con tripulaciones de distintas nacionalidades, como ocurre con la flota de Taiwan, la mayor flota de altura del mundo. Tambié n puede suceder en pesquerías conjuntas, en que buques de países industrializados operan en aguas de países en desarrollo. En las tripulaciones multinacionales, la comunicación a bordo puede resultar perjudicada por las dificultades lingü ísticas y la jerarquía marítima intensificarse por esta dimensión étnica. Los pescadores de etnias y nacionali- dades distintas del país de pabelló n del buque pueden ser objeto de un trato considerablemente inferior al requerido, en particular si el buque opera en aguas de dicho país. Ello tambié n puede repercutir en las condiciones salariales y en la alimentación y hospedaje a bordo. Este tipo de prá cticas pueden crear entornos de trabajo racistas, aumentar las tensiones entre la tripulació n y potenciar las relaciones de poder entre oficiales y tripulación.

La pobreza, la esperanza de un buen salario y la globalización de la pesca de altura han propiciado prácticas ilegales de contratación. Al parecer, las tripulaciones filipinas están endeudadas con agencias de contratación y trabajan en aguas extranjeras sin contrato ni seguridad de pago o medidas de seguridad. El trabajo en una flota de altura con elevada movilidad y sin apoyo de las autoridades produce una gran inseguridad, que puede ser mayor a los riesgos afrontados en una tormenta en pleno océ ano (Cura 1995; Vacher 1994).

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