Después de las inspecciones, las vísceras se clasifican según pasan a través de un recogedor de hígados, corazones y demás despojos. Los intestinos, estómagos bazos, riñones y vesículas biliares se descartan y se arrojan a un canal de salida inferior. Los corazones y los hígados se separan y se colocan en otras cintas transportadoras de clasificación o se llevan a un área de elaboración independiente para ser envasadas a granel manualmente o recombinadas con posterioridad en un paquete de menudillos para su introducción a mano en la cavidad del cuerpo completo del ave puesta a la venta.
Una vez que el cuerpo pasa el recogedor, la cavidad del buche se comprueba a mano para extraer las mollejas y las vísceras restantes si es necesario. Los trabajadores aplican cada mano a un ave cuando pasa la cinta transportadora. Suele emplearse un dispositivo succionador para extraer los pulmones y riñones que permanezcan en el cuerpo del animal. Con frecuencia, debido a la costumbre de las aves de ingerir pequeñas piedras o elementos de la basura durante su crecimiento, los trabajadores sufren heridas punzantes dolorosas en la punta de los dedos o bajo las uñas al explorar las cavidades de los animales.
Estas pequeñas heridas, si no se tratan convenientemente, suponen un riesgo de infección grave, ya que la cavidad de las aves aún no se ha limpiado de bacterias. Puesto que la sensibilidad táctil es necesaria para el trabajo, en esta fase aún no se pueden utilizar guantes que prevengan estos incidentes habituales. Se ha probado con cierto éxito el empleo de guantes de cirujano. El ritmo de la cinta es tan rápido que no permite una inserción cuidadosa de las manos por parte del trabajador.
Por último, el cuello es eliminado por un dispositivo al efecto y recogido. La aves pasan por un dispositivo específico de lavado que utiliza agua pulverizada y clorada para lavar las vísceras restantes dentro y fuera del cuerpo del animal A lo largo de las fases de preparación y extracción de vísceras, los trabajadores se ven expuestos a niveles de ruido elevados, suelos resbaladizos e importantes factores de estrés ergonómico en las operaciones de sacrificio, corte y envasado. De acuerdo con un estudio del NIOSH, las tasas de TTA documentados en los centros de producción avícola pueden oscilar entre el 20 y el 30 % de los trabajadores (NIOSH 1990).
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