La salud y la seguridad de los avicultores, sus familiares (incluidos los niños) y otros trabajadores en explotaciones avícolas han mejorado al crecer la industria avícola. La cría de aves obliga al granjero a trabajar 7 días a la semana. En consecuencia, al contrario que la mayor parte de los trabajos, la exposición a los contaminantes se produce durante varios días consecutivos, siendo el periodo entre camadas (de sólo 2 días) el único en el que se libran de la exposición a los contaminantes del corral. El aire del corral puede contener agentes gaseosos como amoníaco de la basura, monóxido de carbono procedente de la calefacciones de gas mal ventiladas, y ácido sulfhídrico procedente del estiércol líquido. Además, el corral produce partículas de polvo orgánico o agrícola, que pasan al aire como aerosoles. La basura de los corrales contiene una selección de contaminantes como los excre- mentos de las aves, las plumas y la caspa; insectos (escarabajos y moscas), ácaros y partes de estos; microorganismos (virales, bacte- rianos y fúngicos); endotoxinas bacterianas; e histamina. El aire del corral puede tener mucho polvo, y para un visitante ocasional el olor del estiércol y del amoníaco puede llegar a ser insopor- table. Sin embargo, aparentemente los granjeros desarrollan una tolerancia a los olores.
Debido a la inhalación, los trabajadores avícolas que no lleven protección corren el riesgo de padecer enfermedades respirato- rias como rinitis alérgica, bronquitis, asma, neumonitis por hipersensibilidad o alveolitis alérgicas y síndrome tóxico por polvo orgánico. Los síntomas respiratorios agudos y crónicos que experimentan los trabajadores avícolas son tos, sibilancias, excesiva secreción de moco, disnea y dolor y sensación de opresión en el pecho. Las pruebas de función pulmonar realizadas a trabajadores avícolas han dado pruebas que sugieren no sólo el riesgo de padecer enfermedades obstructivas crónicas y asma, sino también enfermedades restrictivas como neumonitis crónicas por hipersensiblidad. Los síntomas no respiratorios más habituales son irritación ocular, náuseas, cefalea y fiebre. De las aproximadamente 40 zoonosis de importancia agrícola, seis
(infección por Mycobacterium avium, erisipeloide, listeriosis, infec- ción conjuntival de Newcastle, psitacosis y dermatofitosis) son importantes para los trabajadores avícolas, aunque sólo se producen raramente. Las enfermedades infecciosas no zoonó- sicas importantes son candidiasis, estafilococosis, salmonelosis, aspergilosis, histoplasmosis y criptococosis.
También hay cuestiones sanitarias que afectan a los trabaja- dores avícolas y que aún no han sido estudiadas o lo han sido poco. Por ejemplo, los granjeros avícolas y quienes se encargan de atrapar a los pollos padecen una afección cutánea a la que llaman galding. Esta afección tiene el aspecto de un exantema o de una dermatitis y afecta fundamentalmente a las manos, los antebrazos y la cara interna de los muslos de las personas. Tampoco se ha estudiado la ergonomía de los atrapadores. Para inclinarse para atrapar a varios miles de aves en cada turno de trabajo y transportar entre ocho y quince pollos de 1,8 a 2,3 de peso casa uno hace falta buena preparación física, pero se ignora cómo afecta esta tarea a la espalda y las extremidades superiores de los que la practican. También se ignora hasta qué grado afectan a la vida de los trabajadores avícolas y a la de sus familias los muchos factores psicosociales que se asocian con el trabajo de granja, pero muchos de ellos perciben que se produce un estrés problemático. Otro aspecto importante pero que no se ha estudiado es cómo afecta a los salud de los hijos de los traba- jadores el hecho de trabajar en corrales.
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