Para algunos vaqueros, pueden representar un importante problema de salud. Los principales alergenos se encuentran en los establos, y suelen deberse a la caspa de los animales y a los “ácaros de almacén” que viven en el alimento que se almacena en los establos. Un estudio ha extendido el problema de los ácaros más allá del establo, encontrando considerables pobla- ciones de estas especies habitando también en las casas de los granjeros (van Hage-Hamsten, Johansson y Hogland 1985). Se ha confirmado que la alergia a los ácaros es un problema en diversas partes del mundo, a menudo con diferentes especies de ácaros. La reacción a estos ácaros, a la caspa de las vacas y a otros alergenos menos significativos produce diversas manifestaciones alérgicas (Marx y cols. 1993). Entre éstas se encuentra la aparición inmediata de irritación nasal y ocular, dermatitis alérgica y, lo que es más grave, asma profesional mediado por alergia. Puede tratarse de una reacción inmediata o tardía (hasta 12 horas) y puede aparecer en individuos de quienes no se sabía que eran asmáticos. Esto es preocupante porque el vaquero trabaja en los establos a diario, de modo intensivo y durante toda su vida. Sometidos de modo casi continuo a la estimulación alérgica, es probable que el asma sea cada vez más grave en algunos granjeros. La prevención consiste en evitar el polvo, que es la intervención más eficaz y, lamentablemente, la más difícil para la mayoría de los vaqueros. Los resultados de los tratamientos médicos, incluidas las vacunas, los esteroides tópicos y otros agentes antiinflamatorios, y el alivio sintomático mediante broncodilatadores, han sido variables.
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