La gestión del estiércol implica su recogida, una o más operaciones de transferencia, almacenamiento y/o tratamiento opcional y, finalmente, su utilización. La humedad que contiene el estiércol, según se recoge en la Tabla 70.13 determina su consistencia. Los excrementos de diferentes consistencias requieren distintas técnicas de tratamiento y por eso pueden constituir diferentes peligros para la salud y para la seguridad (USDA 1992). El reducido volumen de estiércol sólido o de escasa humedad suele permitir tratarlo con escasos gastos en equipo y menores necesidades energéticas, pero no es fácil automatizar los sistemas de procesamiento. La recogida, transferencia y tratamiento opcional de los excrementos líquidos son más fáciles de automatizar y requieren menos atención diaria. La exigencia de almacenar el estiércol es cada vez mayor, al ir aumentando la variabilidad estacional de las cosechas locales; el método de almacenamiento debe adaptarse para estar a la altura del ritmo al que se produce y al calendario de utilización a la vez que se preserva el medio ambiente, sobre todo en lo referente a vertidos de agua. Las posibilidades de utilización son como nutrientes para plantas, protección de plantas, alimento para animales, mullidos o como fuente de producción de energía.
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