Los trabajadores de serrerías e industrias relacionadas están expuestos a diversos riesgos para el sistema respiratorio, causados por el polvo de madera, los componentes volátiles de la madera, los mohos y bacterias en suspensión y el formaldehído. Varios estudios han examinado la salud respiratoria entre los trabajadores de serrerías y fábricas de contrachapado, tableros de partículas y tableros de hebras. El interés de los estudios en las serrerías se ha centrado generalmente en el polvo, mientras que los estudios de las fábricas de contrachapado y tableros de partículas se han centrado principalmente en la exposición al formaldehído.
La exposición laboral al serrín se ha relacionado con una gran variedad de efectos para el sistema respiratorio superior e inferior. Debido al tamaño de las partículas generadas por las opera- ciones de las industrias madereras, la nariz es el destino natural de los efectos de la exposición al polvo de madera. Se han documentado muy diversos efectos en los senos nasales, como rinitis, sinusitis, obstrucción nasal, hipersecreción nasal y eliminación mucociliar deficiente. La exposición al polvo de madera se ha relacionado también con efectos para el tracto respiratorio infe- rior como el asma, la bronquitis crónica y la obstrucción respira- toria crónica. Las especies de coníferas y frondosas, maderas duras y blandas, procedentes de climas tropicales y templados se han asociado a efectos tanto para el tracto respiratorio superior como para el inferior. Por ejemplo, se ha asociado el asma, como enfermedad profesional, a la exposición al polvo de arce afri- cano, roble gateado africano, fresno, sequoia californiana, cedro del Líbano, nogal centroamericano, cedro blanco oriental, ébano, iroko, caoba, roble, ramin y cedro rojo occidental, entre otras especies.
La madera se compone principalmente de celulosa, poliosas y lignina, pero también contiene diversos compuestos orgánicos biológicamente activos, como monoterpenos, tropolones, ácidos resínicos (diterpenos), ácidos grasos, fenoles, taninos, flavonoides, quinonas, lígnanos y estilbenos. Como se ha demostrado que los efectos para la salud varían según la especie de árbol, se sospecha que puedan deberse a estos productos químicos naturales, conocidos como extractivos, que también varían según la especie. En algunos casos, se han identificado extractivos específicos como la causa de los efectos para la salud asociados a la exposición a la madera. Por ejemplo, el ácido plicático, que aparece naturalmente en el cedro rojo occidental y en el cedro blanco oriental, produce asma y otros efectos alergé- nicos en los humanos. Mientras que los extractivos de mayor peso molecular permanecen en el polvo durante las operaciones de transformación de la madera, otros, los extractivos más ligeros, tales como los monoterpenos, se volatilizan fácilmente durante las operaciones de secado en cámara, aserrado y retes- tado. Los monoterpenos (como el -pineno, el -pineno, el 3-careno y el limoneno) son componentes importantes de la resina de muchas coníferas comunes y están relacionados con la irritación de boca y garganta, la disnea y la afectación de la función pulmonar.
Los mohos que se desarrollan en la madera son otro riesgo natural con posibles efectos perjudiciales. La exposición a ellos parece ser común entre los trabajadores de serrerías ubicadas en regiones de clima suficientemente húmedo y cálido para su desa- rrollo. Entre los trabajadores de las serrerías de los países escan- dinavos, Reino Unido y Norteamérica se han registrado casos de alveolitis alérgica extrínseca, también conocida como neumonitis por hipersensibilidad (Halpin y cols. 1994). Un efecto mucho más común, aunque menos grave de la exposición a mohos, es la fiebre por inhalación, también conocida como síndrome tóxico del polvo orgánico, caracterizada por crisis agudas de fiebre, malestar, dolores musculares y tos. Se ha calculado que la prevalencia de la fiebre por inhalación entre los desramadores suecos oscila entre un 5 y un 20 %, aunque es probable que estos porcentajes sean mucho menores en la actua- lidad, debido a la introducción de medidas preventivas.
La exposición a los productos químicos utilizados como adhe- sivos en la industria maderera puede tener asimismo efectos en el sistema respiratorio. El formaldehído es un irritante y puede provocar inflamación de nariz y garganta. Se han observado efectos agudos en los pulmones y se sospechan efectos crónicos. También se ha documentado que esta exposición provoca asma y bronquitis crónica.
Los efectos irritantes o alergénicos del polvo de madera, el formaldehído y otros materiales no se limitan al sistema respira- torio. Por ejemplo, los estudios que comunican síntomas nasales suelen indicar una mayor incidencia de irritación ocular. Se ha demostrado la relación de las dermatitis con el polvo de más de 100 especies diferentes de árboles, algunas de ellas especies comunes de maderas duras, maderas blandas y especies tropicales. El formaldehído es además un irritante cutáneo y puede provocar dermatitis alérgica por contacto. También se ha demostrado que algunos fungicidas antimanchas utilizados en la madera de maderas blandas provocan irritación ocular y cutánea.
Los trabajadores de las serrerías y otras industrias madereras tienen un alto riesgo de pérdida auditiva por ruido. Por ejemplo, en un reciente estudio realizado en una serrería de Estados Unidos, el 72,5 % de los trabajadores presentaban algún grado de deterioro auditivo a una o más frecuencias en las pruebas audiométricas (Tharr, 1991). Las personas que trabajan en las proximidades de sierras y otras máquinas de transformación de la madera suelen verse expuestas a niveles superiores a 90 o 95 dBA. A pesar de este riesgo perfectamente conocido, los intentos de reducir los niveles de ruido son relativamente escasos (con la excepción de los encerramientos de las cepilladoras) y continúan produciéndose nuevos casos de pérdida auditiva inducida por ruido.
La exposición laboral al serrín se ha relacionado con una gran variedad de efectos para el sistema respiratorio superior e inferior. Debido al tamaño de las partículas generadas por las opera- ciones de las industrias madereras, la nariz es el destino natural de los efectos de la exposición al polvo de madera. Se han documentado muy diversos efectos en los senos nasales, como rinitis, sinusitis, obstrucción nasal, hipersecreción nasal y eliminación mucociliar deficiente. La exposición al polvo de madera se ha relacionado también con efectos para el tracto respiratorio infe- rior como el asma, la bronquitis crónica y la obstrucción respira- toria crónica. Las especies de coníferas y frondosas, maderas duras y blandas, procedentes de climas tropicales y templados se han asociado a efectos tanto para el tracto respiratorio superior como para el inferior. Por ejemplo, se ha asociado el asma, como enfermedad profesional, a la exposición al polvo de arce afri- cano, roble gateado africano, fresno, sequoia californiana, cedro del Líbano, nogal centroamericano, cedro blanco oriental, ébano, iroko, caoba, roble, ramin y cedro rojo occidental, entre otras especies.
La madera se compone principalmente de celulosa, poliosas y lignina, pero también contiene diversos compuestos orgánicos biológicamente activos, como monoterpenos, tropolones, ácidos resínicos (diterpenos), ácidos grasos, fenoles, taninos, flavonoides, quinonas, lígnanos y estilbenos. Como se ha demostrado que los efectos para la salud varían según la especie de árbol, se sospecha que puedan deberse a estos productos químicos naturales, conocidos como extractivos, que también varían según la especie. En algunos casos, se han identificado extractivos específicos como la causa de los efectos para la salud asociados a la exposición a la madera. Por ejemplo, el ácido plicático, que aparece naturalmente en el cedro rojo occidental y en el cedro blanco oriental, produce asma y otros efectos alergé- nicos en los humanos. Mientras que los extractivos de mayor peso molecular permanecen en el polvo durante las operaciones de transformación de la madera, otros, los extractivos más ligeros, tales como los monoterpenos, se volatilizan fácilmente durante las operaciones de secado en cámara, aserrado y retes- tado. Los monoterpenos (como el -pineno, el -pineno, el 3-careno y el limoneno) son componentes importantes de la resina de muchas coníferas comunes y están relacionados con la irritación de boca y garganta, la disnea y la afectación de la función pulmonar.
Los mohos que se desarrollan en la madera son otro riesgo natural con posibles efectos perjudiciales. La exposición a ellos parece ser común entre los trabajadores de serrerías ubicadas en regiones de clima suficientemente húmedo y cálido para su desa- rrollo. Entre los trabajadores de las serrerías de los países escan- dinavos, Reino Unido y Norteamérica se han registrado casos de alveolitis alérgica extrínseca, también conocida como neumonitis por hipersensibilidad (Halpin y cols. 1994). Un efecto mucho más común, aunque menos grave de la exposición a mohos, es la fiebre por inhalación, también conocida como síndrome tóxico del polvo orgánico, caracterizada por crisis agudas de fiebre, malestar, dolores musculares y tos. Se ha calculado que la prevalencia de la fiebre por inhalación entre los desramadores suecos oscila entre un 5 y un 20 %, aunque es probable que estos porcentajes sean mucho menores en la actua- lidad, debido a la introducción de medidas preventivas.
La exposición a los productos químicos utilizados como adhe- sivos en la industria maderera puede tener asimismo efectos en el sistema respiratorio. El formaldehído es un irritante y puede provocar inflamación de nariz y garganta. Se han observado efectos agudos en los pulmones y se sospechan efectos crónicos. También se ha documentado que esta exposición provoca asma y bronquitis crónica.
Los efectos irritantes o alergénicos del polvo de madera, el formaldehído y otros materiales no se limitan al sistema respira- torio. Por ejemplo, los estudios que comunican síntomas nasales suelen indicar una mayor incidencia de irritación ocular. Se ha demostrado la relación de las dermatitis con el polvo de más de 100 especies diferentes de árboles, algunas de ellas especies comunes de maderas duras, maderas blandas y especies tropicales. El formaldehído es además un irritante cutáneo y puede provocar dermatitis alérgica por contacto. También se ha demostrado que algunos fungicidas antimanchas utilizados en la madera de maderas blandas provocan irritación ocular y cutánea.
Los trabajadores de las serrerías y otras industrias madereras tienen un alto riesgo de pérdida auditiva por ruido. Por ejemplo, en un reciente estudio realizado en una serrería de Estados Unidos, el 72,5 % de los trabajadores presentaban algún grado de deterioro auditivo a una o más frecuencias en las pruebas audiométricas (Tharr, 1991). Las personas que trabajan en las proximidades de sierras y otras máquinas de transformación de la madera suelen verse expuestas a niveles superiores a 90 o 95 dBA. A pesar de este riesgo perfectamente conocido, los intentos de reducir los niveles de ruido son relativamente escasos (con la excepción de los encerramientos de las cepilladoras) y continúan produciéndose nuevos casos de pérdida auditiva inducida por ruido.
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