Dependiendo del proceso, los cuellos se envían a un depósito refrigerante de superficie abierta con aspas, paletas o hélices rota- tivas. Los depósitos de este tipo representan una grave amenaza para la seguridad de los trabajadores durante su funcionamiento y deben ser protegidos adecuadamente mediante cubiertas o enrejados desmontables. Las cubiertas deben permitir la inspección visual del depósito. Si una cubierta se retira o se levanta, debe disponerse de dispositivos de bloqueo para inmovilizar las aspas giratorias. Los cuellos refrigerados se envasan a granel para su elaboración posterior o se trasladan a un área de envasado de menudillos para su recombinación y empaquetado.
Tras superar la fase de extracción de vísceras, las cintas transportadoras acaban en grandes depósitos horizontales y abiertos de refrigeración o, en Europa, se someten a la acción de aire circulante refrigerado. Tales depósitos constan de paletas que giran lentamente, haciendo descender la temperatura corporal del ave. El agua refrigerada presenta una gran concentración de cloro (20 ppm o más) y se ventila por agitación. El tiempo de permanencia del ave en el depósito puede llegar a una hora. Debido al elevado nivel de cloro libre vertido y puesto en circulación, los trabajadores están expuestos y pueden experimentar síntomas de irritación ocular y de garganta, toses y difi- cultad respiratoria. El NIOSH ha realizado varios estudios acerca de la irritación de los ojos y de las vías respiratorias supe- riores en los centros de producción avícola, en los que se reco- mienda un control y un seguimiento exhaustivos de los niveles de cloro, la utilización de pantallas para retener el cloro liberado (o de un cerramiento de algún tipo que rodee la superficie abierta del depósito) y la instalación de un sistema de ventilación aspirante (Sanderson, Weber y Echt 1995).
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