lunes, 19 de marzo de 2012

Peligros y precauciones (I)

El trabajo con caballos se asocia con diversos peligros. El trabajo de mozo es físicamente muy exigente porque ha de rastrillar el estiércol, mover balas de heno y paja de 25 a 50 kg y manejar a los caballos activos. Los caballos asustados o amenazados pueden dar coces; por eso, los trabajadores deben evitar pasar por detrás de ellos. Un caballo asustado puede saltar y pisar a un trabajador; esto también puede ocurrir de modo accidental. Existen diversas sujeciones para caballos díscolos, como las cadenas para la nariz
o para los belfos. El estrés de los caballos al ser trasladados puede hacer que se planten o que se lesionen los caballos y sus cuidadores.
El mozo está potencialmente expuesto al polvo del heno y del grano, al polvo de las camas, a los mohos, a la caspa de los caba- llos y al amoníaco de la orina. Llevar una mascarilla puede ser una protección. Los mozos hacen muchas tareas con las patas de los caballos, empleando a veces linimentos que contienen sustancias químicas peligrosas. Se recomienda llevar guantes. Algunos cuidados que se emplean en el cuidado de las tachuelas del cuero contienen disolventes peligrosos, que exigen ventilación y protección cutánea. Los cortes pueden dar lugar a infecciones graves, como el tétanos o la septicemia. Hay que mantener al día las vacunas del tétanos, debido sobre todo a la exposición al estiércol.
Al poner las herraduras, el herrero puede lesionarse. La tarea del mozo consiste en sujetar al caballo para que no dé coces al herrero e impedir que tire de la pata de forma que lesione la espalda del herrero o éste se corte con las herraduras y los clavos. En la prueba de dopaje, la persona encargada se encierra en un establo con un caballo suelto, excitado y desconocido. Lleva un palo (con un recipiente para la orina) que puede asustar al caballo.

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