domingo, 18 de noviembre de 2007

Seguridad de los alimentos

Muchas enfermedades que se contagian al ser humano a través de los alimentos son el resultado de bacterias patógenas de origen animal. Son ejemplos la listeria y la salmonela, que se encuentran en los productos lácteos, y la salmonela y campylo- bacter, que se encuentran en la carne y en las aves de corral. Los Centers for Disease Control and Prevention calculan que el
53 % de los brotes de intoxicación alimentaria en Estados Unidos fueron causados por la contaminación bacteriana de productos de origen animal. Calculan que se produjeron 33 millones de intoxicaciones alimentarias al año, que produjeron 9.000 fallecimientos.
La adición de antibióticos en dosis subterapéuticas al alimento
y el tratamiento con antibióticos de los animales enfermos son prácticas de salud animal actualmente en vigor. La posible disminución de la eficacia de estos medicamentos en el trata- miento de las enfermedades está suscitando preocupación debido a la frecuente aparición de resistencia a los antibióticos en los patógenos zoonóticos. Muchos antibióticos que se añaden al alimento de los animales se emplean también en medicina humana, y pueden aparecer resistencia en bacterias que causan infecciones a los animales y a los seres humanos.
Los residuos de fármacos procedentes de la medicación del ganado también presentan riesgos. En animales productores de alimento, como las vacas lecheras, se han encontrado residuos de los antibióticos utilizados para tratar sus enfermedades o como adición al alimento. Entre estos fármacos están el cloramfenicol y la sulfametazina. Las alternativas al empleo profiláctico de antibióticos en el alimento implican la modificación de los sistemas de producción. Consisten en reducir el confinamiento de los animales, mejorar la ventilación y mejorar los sistemas de tratamiento de los desechos.
La dieta se ha asociado con enfermedades crónicas. La evidencia de la relación existente entre el consumo de grasa y las cardiopatías ha estimulado los esfuerzos por producir deri- vados de los animales con un menor contenido graso. En estos esfuerzos se incluyen la selección de animales, la alimentación de machos intactos en lugar de castrados, y la ingeniería genética. También se considera el empleo de hormonas como forma de reducir el contenido graso de la carne. Las hormonas de crecimiento de porcino aumentan la tasa de crecimiento, la eficacia de la alimentación y la proporción entre músculo y grasa. La creciente popularidad de las especies con escasa grasa y colesterol, como los avestruces, constituye otra solución
(NRC 1989).

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