En Nicaragua, tanto los educadores como los trabajadores agrícolas aprendieron a interpretar las etiquetas de los plaguicidas leyé ndolas en pequeñ os grupos durante la clase. Para realizar esta actividad la clase se dividió en dos grupos, a los que se les encomendó la tarea de leer diferentes etiquetas. En los casos en que todos los trabajadores del grupo eran analfabetos, se buscaron voluntarios entre los participantes para leer las etiquetas en voz alta y ayudar al grupo a rellenar un cuestionario sobre dicha etiqueta, en el que se insistía en las claves visuales para determinar el nivel de toxicidad. Reunidos todos los grupos, los portavoces voluntarios presentaron su plaguicida al resto de los participantes con instrucciones para usuarios potenciales.
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