La verruca vulgarias, verruga causada por un virus, puede ser propagada por los trabajadores infectados que hayan contaminado toallas, carne, cuchillos de pescado, mesas de trabajo u otros objetos.
Otras enfermedades observadas en los centros de producción cárnica en algunos países son la fiebre Q y la tuberculosis. Los principales portadores de la primera son el ganado bovino ovino y caprino y las garrapatas. Los seres humanos suelen infectarse mediante la inhalación de partículas en suspensión en el aire procedentes de entornos contaminados. Los síntomas habituales son: fiebre, malestar, migrañas graves y dolores musculares y abdominales. La incidencia de anticuerpos de la toxoplasmosis entre los trabajadores de los mataderos es elevada en ciertos países.
La dermatitis también es común en los centros de producción de carne. La exposición a la sangre y a otros fluidos animales, a la humedad y a compuestos utilizados en la limpieza y la higienización de las instalaciones puede provocar la irritación de la piel.
Las enfermedades infecciosas y la dermatitis pueden prevenirse mediante la higiene personal, que comprende un acceso inmediato y sencillo a servicios de higiene y lavado de manos en los que se disponga de jabón y de toallas de mano desechables, el suministro del EPP adecuado (que puede incluir guantes de protección, así como protectores oculares y respiratorios cuando la exposición a fluidos corporales animales en suspensión en el aire es posible), la utilización de algunas cremas de barrera que proporcionen una protección limitada frente a elementos irritantes, la formación de los trabajadores y la asistencia médica precoz.
La humedad y el calor en la sala donde se realizan el sacrificio, el sangrado y la división de las reses pueden resultar especialmente elevados. Debe utilizarse un sistema de ventilación en buenas condiciones de funcionamiento, que elimine el calor y el aire húmedo y prevenga el estrés por calor. Los ventiladores, preferiblemente elevados o colgados del techo, aumentan el movimiento del aire. Deben suministrarse bebidas para sustituir los fluidos y las sales perdidos al transpirar y han de establecerse períodos de descanso en áreas acondicionadas.
En los mataderos existe asimismo un olor característico, debido a la combinación de los generados por el cuero húmedo, la sangre, el vómito, la orina y las heces de los animales. Es un olor que se extiende a toda la sala de sacrificio y a las áreas de elaboración de despojos, clasificación y tratamiento de las pieles. La extracción es necesaria para eliminar estos olores.
Los entornos de trabajo refrigerados son esenciales en la industria cárnica. La elaboración y el transporte de los productos de la carne suelen exigir el mantenimiento de tempe- raturas iguales o inferiores a 9 °C. Las áreas como las cámaras de refrigeración pueden requerir temperaturas en torno a los –40 °C. Las lesiones más habituales relacionadas con el frío son las quemaduras por hielo, la congelación, el pie de inmersión y el pie de trinchera, que se producen en ciertas áreas localizadas del cuerpo. Una consecuencia grave del estrés por frío es la hipotermia. Asimismo, los sistemas respiratorio, circulatorio y osteoarticular pueden verse afectados por una exposición excesiva al frío.
Para evitar las consecuencias del estrés por frío y reducir los riesgos del trabajo en condiciones de baja temperatura, los trabajadores deben utilizar ropas apropiadas y el lugar de trabajo debe dotarse de los equipos y los controles técnicos y administrativos pertinentes. El empleo de varias capas de ropa ofrece una mejor protección que la proporcionada por prendas únicas gruesas. Los equipos de refrigeración y los sistemas de distribución del aire deben minimizar la velocidad de éste. Los refrigeradores de las distintas unidades deben situarse tan alejados del personal como sea posible, y deben aplicarse pantallas y barreras deflectoras para proteger a los trabajadores del efecto enfriador del viento.
Otras enfermedades observadas en los centros de producción cárnica en algunos países son la fiebre Q y la tuberculosis. Los principales portadores de la primera son el ganado bovino ovino y caprino y las garrapatas. Los seres humanos suelen infectarse mediante la inhalación de partículas en suspensión en el aire procedentes de entornos contaminados. Los síntomas habituales son: fiebre, malestar, migrañas graves y dolores musculares y abdominales. La incidencia de anticuerpos de la toxoplasmosis entre los trabajadores de los mataderos es elevada en ciertos países.
La dermatitis también es común en los centros de producción de carne. La exposición a la sangre y a otros fluidos animales, a la humedad y a compuestos utilizados en la limpieza y la higienización de las instalaciones puede provocar la irritación de la piel.
Las enfermedades infecciosas y la dermatitis pueden prevenirse mediante la higiene personal, que comprende un acceso inmediato y sencillo a servicios de higiene y lavado de manos en los que se disponga de jabón y de toallas de mano desechables, el suministro del EPP adecuado (que puede incluir guantes de protección, así como protectores oculares y respiratorios cuando la exposición a fluidos corporales animales en suspensión en el aire es posible), la utilización de algunas cremas de barrera que proporcionen una protección limitada frente a elementos irritantes, la formación de los trabajadores y la asistencia médica precoz.
La humedad y el calor en la sala donde se realizan el sacrificio, el sangrado y la división de las reses pueden resultar especialmente elevados. Debe utilizarse un sistema de ventilación en buenas condiciones de funcionamiento, que elimine el calor y el aire húmedo y prevenga el estrés por calor. Los ventiladores, preferiblemente elevados o colgados del techo, aumentan el movimiento del aire. Deben suministrarse bebidas para sustituir los fluidos y las sales perdidos al transpirar y han de establecerse períodos de descanso en áreas acondicionadas.
En los mataderos existe asimismo un olor característico, debido a la combinación de los generados por el cuero húmedo, la sangre, el vómito, la orina y las heces de los animales. Es un olor que se extiende a toda la sala de sacrificio y a las áreas de elaboración de despojos, clasificación y tratamiento de las pieles. La extracción es necesaria para eliminar estos olores.
Los entornos de trabajo refrigerados son esenciales en la industria cárnica. La elaboración y el transporte de los productos de la carne suelen exigir el mantenimiento de tempe- raturas iguales o inferiores a 9 °C. Las áreas como las cámaras de refrigeración pueden requerir temperaturas en torno a los –40 °C. Las lesiones más habituales relacionadas con el frío son las quemaduras por hielo, la congelación, el pie de inmersión y el pie de trinchera, que se producen en ciertas áreas localizadas del cuerpo. Una consecuencia grave del estrés por frío es la hipotermia. Asimismo, los sistemas respiratorio, circulatorio y osteoarticular pueden verse afectados por una exposición excesiva al frío.
Para evitar las consecuencias del estrés por frío y reducir los riesgos del trabajo en condiciones de baja temperatura, los trabajadores deben utilizar ropas apropiadas y el lugar de trabajo debe dotarse de los equipos y los controles técnicos y administrativos pertinentes. El empleo de varias capas de ropa ofrece una mejor protección que la proporcionada por prendas únicas gruesas. Los equipos de refrigeración y los sistemas de distribución del aire deben minimizar la velocidad de éste. Los refrigeradores de las distintas unidades deben situarse tan alejados del personal como sea posible, y deben aplicarse pantallas y barreras deflectoras para proteger a los trabajadores del efecto enfriador del viento.
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