viernes, 21 de septiembre de 2007

Enfermedades por traumas acumulados (I)

En muchos de los centros de elaboración de carnes, pescados, aves y otros alimentos, se realizan tareas enérgicas y muy repetitivas. La propia naturaleza de los productos obliga con frecuencia a utilizar trabajadores para su manipulación al inspeccionar o cargar artículos frágiles en los embalajes o durante el proceso de ampliación de la producción antes de que se adquieran e instalen equipos de gran volumen. Además, el manejo de cajas para su traslado puede provocar lesiones de espalda. Deben vigilarse las tareas que exigen la adopción de posturas extremas, las fuerzas de gran intensidad y los niveles de repetición elevados. Las combinaciones de varios de estos factores agravan el problema. Es deseable una detección y un tratamiento precoz de los trabajadores afectados. El diseño ergonómico de los equipos y otras transformaciones analizadas en artículos específicos incluidos en el presente capítulo reducen la incidencia de estos riesgos.
Los refrigerantes como el amoníaco anhidro, el cloruro de metilo y otros hidrocarburos alifáticos halogenados utilizados en procesos de congelación y en cámaras frigoríficas plantean riesgos de intoxicación y quemaduras químicas. Es importante llevar a cabo una planificación de urgencias, además de la habitual relativa a incendios. La formación de los trabajadores en lo que respecta a procedimientos de evacuación también es nece- saria. En la evacuación de ciertas áreas de las instalaciones puede requerirse una protección respiratoria como la utilizada en situaciones de evacuación. En el caso de algunos productos químicos, se utilizan sensores en los edificios para que los traba- jadores sean advertidos desde un primer momento mediante un sistema de alarma central que señala la necesidad de evacuar el lugar. Las reacciones de los trabajadores a los aumentos del nivel de amoníaco deben considerarse detenidamente, y los que resulten afectados deben ser evacuados y tratados. Las fugas de esta sustancia requieren una atención estricta y una vigilancia continua. La evacuación puede ser imprescindible si los niveles comienzan a elevarse y antes de que se alcancen niveles peligrosos. Debe seleccionarse un lugar común de reunión de forma que los evacuados no corran el peligro de situarse en la misma dirección de la fuga de refrigerante. Ha de emplearse ropa de protección contra sustancias químicas para aproximarse con determinación al lugar de la fuga y contener el vertido. El amoníaco anhidro y otros refrigerantes utilizados con menor frecuencia, como el propano, el butano, el etano y el etileno, son asimismo inflamables y explosivos. Las fugas en los tubos de conducción suelen deberse a un mantenimiento inadecuado y pueden evitarse prestando la debida atención. Deben adoptarse las medidas oportunas para prevenir las explosiones y luchar contra los incendios.
Los plaguicidas, los productos fumigantes y otros materiales peligrosos deben someterse a un control estricto y utilizarse únicamente de acuerdo con las directrices de los fabricantes. Los plaguicidas organosfosfatados sólo deben emplearse si son objeto de un seguimiento biológico que asegure el control de la exposición.

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