domingo, 26 de agosto de 2007

Problemas ambientales y de salud pública

Los avances tecnológicos realizados desde la Segunda Guerra Mundial han traído consigo numerosas mejoras para los cazadores y tramperos. Estas mejoras han mitigado, al menos en los países desarrollados, el aislamiento, el trabajo físico agotador y la desnutrición ocasional que antaño se sufrían. La mejoría de los métodos de orientación y búsqueda y rescate ha elevado los niveles de seguridad generales de estas profesiones. Por ejemplo, los cazadores de morsas y ballenas nativos de Alaska casi siempre vuelven ahora a sus hogares de la caza sanos y salvos.
En el siglo XX, dos problemas de importancia han supuesto una seria amenaza para estas profesiones: la necesidad continua de preservar los ecosistemas naturales y las cuestiones éticas derivadas de la forma en que cazadores y tramperos actúan sobre los animales silvestres. Las investigaciones y normativas patrocinadas por los gobiernos suelen ser el enfoque inicial para abordar el problema antiquísimo de la explotación por el hombre de la naturaleza. La disciplina científica del naturalismo surgió a mediados del siglo y ha evolucionado continuamente hasta llegar al concepto más amplio de la biología de la conservación, cuyo objetivo es preservar la salud de los ecosistemas y la diversidad genética.
A principios del siglo XX, la destrucción de los hábitat y la explotación comercial en Estados Unidos habían contribuido al agotamiento de los recursos de pesca y animales de caza. Caza- dores, tramperos y otros defensores de la naturaleza garantizaron la aprobación de legislación que creó la ley de ayuda federal para la recuperación de la fauna de Estados Unidos de 1937, que impone un impuesto del 10-11 % sobre la venta de rifles, pistolas, escopetas, munición y equipo de arquería. El dinero así obtenido se suma a los ingresos por la venta de licencias, carnets o sellos estatales para la caza normal y la caza con cepo.

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