lunes, 23 de junio de 2014

Seguridad

Todas las torres y tambores deben estar protegidos de las sobre- presiones que pueden causar los fallos en el funcionamiento, los incendios (Mowrer 1995) o los defectos en los servicios. Es nece- saria una evaluació n de los riesgos, exigida por la ley en algunos países. Disponer de un planteamiento de gestió n general de segu- ridad de procesos aplicable al funcionamiento de la planta y del proceso mejora la seguridad, minimiza las pé rdidas y protege la salud del trabajador (Auger 1995; Murphy 1994; Sutton 1995). Una vá lvula limitadora de presió n (VLP) actú a descargando a la atmó sfera o a un sistema cerrado. Suele estar instalada en la parte superior de la torre para eliminar la gran carga de vapor, aunque en algunas instalaciones está n en otros puntos de la torre. En ocasiones se encuentran en el tambor elevado de recupera- ció n del destilado, siempre que las vá lvulas no esté n situadas entre la VLP y la parte superior de la torre. Si las vá lvulas de bloqueo está n instaladas en los tubos del proceso que llegan al condensador, la VLP debe instalarse sobre la torre.
Cuando se libera la sobrepresió n de la torre de destilació n, en ciertas circunstancias de emergencia, la descarga de la VLP puede ser extremadamente grande. Una carga muy elevada en un tubo de ventilació n de sistema cerrado puede ser la mayor carga en el sistema. Dado que una descarga de VLP puede ser repentina y el tiempo total de evacuació n muy corto (menos de 15 minutos), esta carga de vapor extremadamente grande debe analizarse cuidadosamente (Bewanger y Krecter 1995; Boicurt 1995). Debido a que esta gran carga rá pida es difícil de procesar en dispositivos de control, como los absorbentes, los adsorbentes, los hornos, etc., en la mayor parte de las situaciones el disposi- tivo de control preferido para la eliminació n del vapor es una antorcha. Normalmente, hay varias VLP conectadas a una sola antorcha. No obstante, tanto é ste como todo el sistema deben estar diseñ ados cuidadosamente para cubrir las posibles contin- gencias (Boicourt 1995).

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