jueves, 25 de diciembre de 2008

PRINCIPALES SECTORES Y PROCESOS: RIESGOS PROFESIONALES Y CONTROLES (III)


Antes de almacenar madera verde, especialmente en lugares húmedos, pueden aplicarse fungicidas para evitar el desarrollo de hongos que produzcan coloraciones azules o negras en la madera (manchas). La aplicación de fungicidas puede hacerse también en la cadena de producción (habitualmente por rociado) o después de atar la madera (generalmente en tanques de inmersión). En el decenio de 1940 se introdujo la sal sódica del pentaclorofenol para controlar las manchas, aunque se reem- plazó en el decenio de 1960 por el tetraclorofenato, más soluble en agua. El clorofenato se ha dejado de utilizar en gran parte debido a la preocupación por sus efectos para la salud y la contaminación con dibenzo-p-dioxinas policloradas. Como susti- tutivos cabe citar el cloruro de amonio didecildimetílico, el 3-yo- do-2-propinil-butil-carbamato, el azaconazol, el bórax y el
2-(tiocianometiltio)benzotiazol, la mayoría de los cuales se han estudiado poco entre los trabajadores usuarios. A menudo no es necesario tratar la madera, especialmente la que se ha secado en cámara. La procedente de algunas especies, como el cedro rojo occidental, no presenta nunca manchas.
Antes o después del secado, la madera puede comercializarse como madera verde o basta; sin embargo, para la mayoría de los usos industriales debe someterse a elaboración adicional. La madera se corta a la medida definitiva y se labra en un taller de cepillado. Las cepilladoras se utilizan para reducir la madera a medidas estándar comercializables y para alisar la superficie. El cabezal de cepillado está formado por una serie de hojas de corte montadas sobre un cilindro que gira a alta velocidad. La operación suele realizarse con alimentación automática y en paralelo al grano de la madera. El cepillado suele realizarse simultáneamente por ambos lados del tablero. Las cepilladoras que trabajan los cuatro lados se denominan machihembradoras. A veces se utilizan molduradoras para redondear los bordes de la madera.
Tras la elaboración definitiva, la madera ha de clasificarse, apilarse y atarse con vistas al transporte. Estas operaciones están cada vez más automatizadas. En algunos talleres especializados, la madera se trata adicionalmente con agentes químicos utili- zados como conservantes o ignífugos, o para proteger su superficie del desgaste mecánico o de la intemperie. Por ejemplo, las traviesas de vías férreas, pilotes, postes de cercados, postes telefó- nicos u otros artículos de madera que hayan de estar en contacto con el suelo o el agua se tratan a presión con arseniato de cobre amoniacal o de cromatos, pentaclorofenol o creosota en aceite derivado del petróleo. También se utilizan tinturas y colorantes para mejorar su comercialización, y pinturas para sellar los extremos de los tableros o para añadir marcas de empresa.
El serrado y demás operaciones de transformación de la madera de las serrerías producen grandes cantidades de serrín y residuos. En muchas serrerías, los costeros y otras grandes piezas de madera se reducen a astillas. Las astilladoras suelen ser grandes discos giratorios con hojas rectas empotradas en la superficie y provistos de ranuras para que pasen las astillas. Estas se producen cuando se pasan los troncos o los desechos de meca- nizado por las hojas utilizando alimentación inclinada por gravedad, autoalimentación horizontal o alimentación automá- tica controlada. La acción de corte de la astilladora suele ser perpendicular a las hojas. Para los troncos enteros se utilizan diseños diferentes que para los costeros, cantos y otros trozos de madera residual. Es normal que la astilladora esté integrada en la sierra de cabecera para astillar los costeros inservibles. También se utilizan astilladoras independientes para los desechos del resto del taller. El serrín y las astillas de madera pueden venderse para fabricar pasta, tableros reconstituidos, para elementos de paisajismo, como combustible o para otros usos. La corteza, las astillas, el serrín y otros materiales también pueden quemarse, bien como combustible o como residuos.
Las grandes serrerías modernas suelen disponer de una consi- derable plantilla de técnicos de mantenimiento: operarios de limpieza, montadores (mecánica industrial), carpinteros, electri- cistas y otros trabajadores cualificados. Si no se dispone de venti- lación por aspiración localizada o los equipos no funcionan correctamente, puede acumularse material residual en la maquinaria, transportadores y suelos. Las correspondientes operaciones de limpieza suelen realizarse con aire comprimido para eliminar el polvo depositado en las máquinas, suelos y otras superficies. Es preciso inspeccionar las sierras periódicamente en busca de dientes rotos, grietas u otros defectos, y equilibrarlas correctamente para evitar vibraciones. De esto se ocupan unos profesionales típicos de la industria maderera: los afiladores, que son responsables de afilar, reconstruir los dientes y otras tareas de mantenimiento de sierras circulares y sierras de cinta.

No hay comentarios:

Publicar un comentario