El pasto se alimenta permitiendo al ganado que paste o ramonee. El tipo de pasto, que suele ser hierba, varía en cuanto a su producción según la estación del año, y se gestiona para que los animales lo visiten en primavera, verano y otoño. La gestión de los pastos trata de evitar que se abuse de una zona, por lo que se rota al ganado de unas a otras. Los residuos de las mieses pueden formar parte de la dieta de pasto para el ganado.
La alfalfa, un cultivo popular, no es buena para pasto porque hincha el estómago de los rumiantes, formándose tal cantidad de gas en el rumen (la primera parte del estómago) que puede llegar a matar a la vaca. En climas templados, los pastos son ineficaces como fuente de alimento en invierno, por lo que resulta necesario almacenar alimento. Además, en las grandes explotaciones, se emplea forraje recolectado (heno y ensilaje) porque los pastos son impracticables para grandes concentra- ciones de animales.
El heno es el forraje que se cultiva y se deja secar antes de almacenarlo y que sirva de alimento. Una vez que ha crecido, se corta con una segadora o agavilladora (máquina que combina las operaciones de siega y rastrillado) y se rastrilla en largas hileras para el secado. Durante estos dos procesos se cura para el embalado. Históricamente, la recolección se ha hecho amontonando el heno suelto con horquillas, técnica que se sigue utilizando. Una vez curado, el heno es embalado. La embaladora toma el heno de la hilera, lo comprime y hace con él o bien una bala cuadrada y pequeña para ser manipuladas, o grandes balas cuadradas o redondas para ser manejadas por máquinas. La bala pequeña puede ser expulsada mecánicamente de la embaladora a un camión, o recogida a mano y colocada (faena que se conoce como apilado) en un camión para su transporte a la zona de almacenaje. Las balas se almacenan en almiares, generalmente protegidos de la lluvia por una
cubierta (granero, cobertizo o plástico). El heno húmedo fácilmente se estropea o entra en combustión debido al calor desprendido del proceso de descomposición. El heno puede ser transformado para su utilización comercial en pellets o cubos comprimidos. Se puede recoger varias veces en una estación, siendo tres veces lo más habitual. Cuando están curadas, las balas se ponen en el cebador del abrevadero, se abren y quedan a disposición de los animales. Esta parte de la operación suele hacerse a mano.
Otro forraje que suele recolectarse para alimento del ganado es el maíz o el sorgo para ensilaje. La ventaja económica es que, cuando se recolecta como ensilaje, el maíz tiene un 50 % más de energía que el grano. Se emplea una máquina para recolectar la mayor parte de la planta verde. Lo cosechado se corta, se aplasta, se reduce y se expulsa a un camión. Entonces puede utilizarse para alimento como planta verde o bien guardarse en un silo, donde sufre fermentación en las 2 primeras semanas. La fermentación produce una atmósfera que impide que se estropee. Al cabo de un año se vacía el silo y el ensilaje se emplea para alimentar al ganado. Este proceso de alimentación es fundamentalmente mecánico.
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