Para proteger una central nuclear, hay tres tipos de sistemas de seguridad: las características inherentes, los sistemas pasivos y los sistemas activos, que se utilizan en distintas combinaciones en las centrales nucleares operativas.
Las características de seguridad inherentes se basan en las leyes de la naturaleza para mantener la seguridad en la central eléctrica. Hay características de seguridad inherentes a ciertos combustibles nucleares, de modo que, a medida que se eleva su temperatura, disminuye la velocidad de la reacción de fisión en cadena. Hay características de seguridad inherentes a algunos diseños de sistemas refrigerantes, por las que el refrigerante circula sobre el combustible de forma natural para eliminar adecuadamente el calor de la desintegración sin necesidad de bombeo. Hay características de seguridad inherentes a la mayoría de las estructuras metálicas, de modo que bajo una carga fuerte reaccionan con elasticidad o estiramiento en lugar de con rotura o reventazón.
Las características de seguridad pasivas incluyen el levantamiento de válvulas de seguridad de contrapeso (gravedad) por la presión del líquido que descargan, o el uso de energía almacenada en sistemas de inyección de refrigerante de emergencia, o algunas vasijas de seguridad diseñadas para amortiguar la energía liberada por la avería de las tuberías y el consiguiente calor por desintegración.
Los sistemas de seguridad activos comprenden todos los sistemas que precisan señales de activación y una alimentación eléctrica de algún tipo. Los sistemas activos suelen controlar un mayor abanico de circunstancias que los sistemas inherentes y pasivos, y pueden comprobarse sin restricciones durante el funciona- miento del reactor.
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