viernes, 11 de abril de 2008

Métodos, equipos y riesgos comunes: Apeo y preparativos de extracción (IV)


Las cortadoras-atadoras se montan sobre todo en máquinas sobre orugas, pero también pueden equiparse con neumáticos. La pluma de apeo suele permitirles derribar y recoger varios árboles pequeños (un atado), que después depositan en una pista de arrastre. Algunas tienen una solera para recoger la carga. Cuando se utilizan cortadoras-atadoras, el desmochado y el desramaje suelen realizarse por medio de máquinas en el cargadero.
Con máquinas bien diseñadas y un manejo cuidadoso, el riesgo de accidentes con las cortadorasatadoras es relativamente bajo, excepto cuando, además de la máquina, trabajan operarios de motosierras. Los riesgos para la salud, como la vibración, el ruido, el polvo y los vapores, son significativos, ya que las máquinas base no están fabricadas para el aprovechamiento forestal. Las cortadoras-atadoras no deben utilizarse si la pendiente es excesiva y la pluma no debe sobrecargarse, ya que resulta imposible controlar la dirección de apeo.
Las cosechadoras son máquinas que integran todas las operaciones de apeo, excepto el descortezado. Suelen tener seis u ocho ruedas, tracción y suspensión hidráulicas; dirección articulada, y plumas que alcanzan de 6 a 10 m una vez cargadas. Las hay de cabezal único y de cabezal doble. Las primeras llevan en la pluma un único cabezal cortador dotado de dispositivos de apeo, desramaje, desmochado y tronzado. Se utilizan con árboles pequeños de hasta 40 cm de diámetro en el raigal, sobre todo en clareos, aunque cada vez más en la corta final. Las segundas tienen dos cabezales independientes: uno de apeo y otro de transformación El último va montado en la máquina base en lugar de en la pluma. Manejan árboles de hasta 60 cm de diámetro en el tocón. Las cosechadoras modernas llevan incorporado un dispositivo de medición asistida por ordenador que puede programarse para tomar decisiones sobre cómo conseguir el mejor tronzado en función de los surtidos necesarios.
Las cosechadoras son la tecnología dominante en el aprovechamiento a gran escala en Europa septentrional, pero en la actualidad representan un porcentaje bastante pequeño del aprovechamiento mundial. Con todo, es probable que su importancia aumente con rapidez, ya que las masas forestales de segunda formación, los bosques artificiales y las plantaciones son cada vez más importantes como fuentes de materias primas.
Las cifras de accidentes en el manejo de cosechadoras suelen ser bajas, aunque el riesgo aumenta cuando trabajan operarios de motosierras junto con las cosechadoras. El mantenimiento de las cosechadoras es peligroso; las reparaciones siempre se realizan en situaciones de presión por la carga de trabajo; cada vez es más frecuente hacerlas durante la noche; existe un alto riesgo de resbalones y caídas, posturas de trabajo incómodas y difíciles, levantamiento de objetos pesados, contacto con aceites hidráulicos y aceites calientes bajo presión. Los mayores peligros son la tensión muscular estática y los esfuerzos repetitivos de manejo de controles y el estrés psicológico.

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