miércoles, 12 de marzo de 2008

Métodos, equipos y riesgos comunes: Apeo y preparativos de extracción (III)

Excepto en el caso de árboles muy pequeños, las hachas no son adecuadas para las operaciones de apeo y tronzado. Con sierras de mano, el proceso es relativamente lento y los errores pueden detectarse y repararse; pero con motosierras, los cortes son rápidos y el ruido impide oír las señales que da el árbol, como el sonido de la fibra al romperse antes de caer. Si en su caída el árbol resulta interceptado por otros árboles, se queda “suspendido”, situación muy peligrosa que debe solucionarse de modo inmediato y profesional. Para bajar los árboles suspen- didos con seguridad y eficacia se utilizan palancas y ganchos giratorios (para árboles pequeños) y cabrestantes manuales o montados sobre tractor (para árboles grandes).
Entre los peligros que comporta el apeo cabe citar la caída o rodadura de árboles; la caída o rotura brusca de ramas; las herramientas de corte, y el ruido, la vibración y los gases de escape con las motosierras. Los vendavales son muy peligrosos, ya que las ramas y las raíces parcialmente cortadas se hallan en tensión; los árboles suspendidos suelen causar accidentes graves y mortales. Todos los trabajadores que participen en el apeo deberán haber recibido formación específica. Las herramientas para el apeo y para bajar árboles suspendidos tienen que encontrarse en el lugar donde se está trabajando. Entre los peligros asociados con el tronzado cabe citar las herramientas de corte, así como la rotura brusca de ramas y la rodadura de troncos o cachones, sobre todo en pendientes.
Una vez derribado el árbol, suele procederse al desmochado y desramaje. Por lo común, continúa haciéndose con herramientas de mano o motosierras a pie de tocón. Las hachas pueden ser muy eficaces para el desramaje. En lo posible, los árboles se derriban sobre un tronco previamente cruzado en el suelo, que sirve de banco de trabajo natural, ya que el árbol queda elevado
a una altura más cómoda y pueden eliminarse todas las ramas sin necesidad de girar el árbol. Las ramas y la copa se cortan a ras del fuste y se dejan en el sitio. Si los árboles son grandes y frondosos, se cortan las copas en pequeños trozos o se retiran hacia un lado, pues pueden suponer un obstáculo para sacarlos al camino o cargadero.
Entre los peligros que entraña el desramaje cabe citar los cortes con herramientas o motosierras; el alto riesgo de retroceso de la motosierra (véase la Figura 68.7); la rotura brusca de ramas en tensión; la rodadura de troncos; los tropezones y las caídas; las posturas de trabajo forzadas, y un trabajo estático si la técnica utilizada no es la adecuada.
En las operaciones mecanizadas, la caída direccional se consigue sujetando el árbol con una pluma montada en una máquina base suficientemente pesada, y cortando el fuste con una cizalla, sierra circular o sierra de cadena integrada en la pluma. Para ello, la máquina ha de mantenerse bastante cerca del árbol. A continuación se baja el árbol en la dirección deseada por medio de movimientos de la pluma o de la base de la máquina. Los tipos de máquinas más comunes son las corta- doras-atadoras y las cosechadoras.

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