La explotación familiar constituye un entorno de trabajo peligroso. Es uno de los pocos lugares de trabajo peligrosos en el que varias generaciones de una misma familia pueden vivir, trabajar y jugar. Puede ser así fuente de numerosos y diferentes peligros para la vida. El indicador má s importante de la seguridad y la salud es la carga de trabajo por trabajador, ya se trate de trabajo físico, de trabajo mental o de la necesidad de tomar decisiones. Muchos accidentes graves se producen en agricultores que trabajan con equipos que conocen bien, en campos familiares, cuando realizan tareas que llevan haciendo años o incluso dé cadas.
Los materiales agrícolas peligrosos, como los plaguicidas, fertilizantes, líquidos inflamables, disolventes y otros limpiadores, son responsables de enfermedades agudas y cró nicas en los trabajadores agrícolas y sus familiares. Los tractores, las barrenas y otros equipos mecanizados han permitido un gran aumento en la tierra y el ganado que un só lo agricultor puede cuidar, pero producen tambié n accidentes graves. La posibilidad de quedar atrapado en la maquinaria, el vuelco de los tractores, la presencia del ganado, la conducció n de má quinas en vías pú blicas, las caídas o los golpes
producidos por la caída de objetos, la manipulació n de materiales, los espacios confinados y la exposición a toxinas, polvo, mohos, sustancias químicas, vibración y ruido son los principales riesgos de enfermedad y lesiones en las explotaciones agrícolas. El clima y la topografía (es decir, el agua, las pendientes, los sumideros y otros obstá culos) contribuyen asimismo.
En conjunto, el trabajo agrícola se asocia a unas tasas de morta- lidad y morbilidad má s altas que ningún otro tipo. Por desgracia, los niños que viven en las explotaciones agrícolas corren también, conjuntamente con sus padres, un mayor riesgo. Las familias rurales, forzadas a seguir siendo rentables a medida que crecen, inducen indirectamente a sus miembros a asumir una carga de trabajo excesiva y a colocarse en una situación de mucho mayor riesgo de fatiga, estré s y accidentes. En estas condiciones es cuando existe una mayor probabilidad de que los niños intenten ayudar, muchas veces trabajando sin supervisión. Además, los factores constantes de estré s asociados al trabajo agrícola pueden ocasionar depresión, conflictos familiares y suicidio. Por ejemplo, los trabajadores que son
a su vez los principales propietarios de explotaciones pertenecientes
a una única familia parecen presentar un riesgo especialmente elevado de suicidio en comparación con otros habitantes de las zonas rurales (Gunderson 1995). Además, los costes de las enfermedades y lesiones suelen ser soportados por los miembros de la familia y por la propia empresa, tanto en lo que respecta a los costes mé dicos directos como a la reducción de la mano de obra necesaria para mantener la explotación.
Los materiales agrícolas peligrosos, como los plaguicidas, fertilizantes, líquidos inflamables, disolventes y otros limpiadores, son responsables de enfermedades agudas y cró nicas en los trabajadores agrícolas y sus familiares. Los tractores, las barrenas y otros equipos mecanizados han permitido un gran aumento en la tierra y el ganado que un só lo agricultor puede cuidar, pero producen tambié n accidentes graves. La posibilidad de quedar atrapado en la maquinaria, el vuelco de los tractores, la presencia del ganado, la conducció n de má quinas en vías pú blicas, las caídas o los golpes
producidos por la caída de objetos, la manipulació n de materiales, los espacios confinados y la exposición a toxinas, polvo, mohos, sustancias químicas, vibración y ruido son los principales riesgos de enfermedad y lesiones en las explotaciones agrícolas. El clima y la topografía (es decir, el agua, las pendientes, los sumideros y otros obstá culos) contribuyen asimismo.
En conjunto, el trabajo agrícola se asocia a unas tasas de morta- lidad y morbilidad má s altas que ningún otro tipo. Por desgracia, los niños que viven en las explotaciones agrícolas corren también, conjuntamente con sus padres, un mayor riesgo. Las familias rurales, forzadas a seguir siendo rentables a medida que crecen, inducen indirectamente a sus miembros a asumir una carga de trabajo excesiva y a colocarse en una situación de mucho mayor riesgo de fatiga, estré s y accidentes. En estas condiciones es cuando existe una mayor probabilidad de que los niños intenten ayudar, muchas veces trabajando sin supervisión. Además, los factores constantes de estré s asociados al trabajo agrícola pueden ocasionar depresión, conflictos familiares y suicidio. Por ejemplo, los trabajadores que son
a su vez los principales propietarios de explotaciones pertenecientes
a una única familia parecen presentar un riesgo especialmente elevado de suicidio en comparación con otros habitantes de las zonas rurales (Gunderson 1995). Además, los costes de las enfermedades y lesiones suelen ser soportados por los miembros de la familia y por la propia empresa, tanto en lo que respecta a los costes mé dicos directos como a la reducción de la mano de obra necesaria para mantener la explotación.
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