La industria forestal emplea herbicidas (productos químicos que matan plantas) para reducir la competición de las malas hierbas por el agua, la luz y los nutrientes con árboles en regeneración o jóvenes árboles recién plantados. Los herbicidas suelen ofrecer una alternativa rentable al control mecánico o manual de malas hierbas.
A pesar de la desconfianza generalizada con respecto a los hercibidas, posiblemente a consecuencia del uso del Agente Naranja durante la guerra del Vietnam, en realidad no está documentado que los herbicidas utilizados en el aprovechamiento forestal hayan repercutido negativamente en los suelos, la fauna y los seres humanos (Kimmins 1992). Ciertos estudios han hallado reducciones en las cifras de mamíferos después de un tratamiento con herbicidas. Sin embargo, estudiando también los efectos del control manual o mecánico de malas hierbas, se ha demostrado que estas disminuciones coinciden con la pérdida de vegetación más que con el propio herbicida. Los herbicidas rociados cerca de vías fluviales pueden entrar en el agua y ser transportados por ella, aunque las concentraciones de herbicidas suelen ser bajas y duran poco tiempo, ya que se diluyen (Brown 1985).
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