La percepción y aceptación de la práctica forestal por parte de la opinión pública son dos cuestiones importantes para la industria forestal. Muchas áreas forestales constituyen un valor considerable en términos de ocio y recreo para los residentes y los visi- tantes. La opinión pública suele asociar las experiencias placenteras al aire libre, con paisajes forestales naturales y orde- nados en su madurez. Si el aprovechamiento no se hace con cuidado, sobre todo si se trata de grandes cortas a hecho, la industria forestal puede modificar drásticamente el paisaje, y sus efectos son patentes durante muchos años, al contrario de lo que sucede con otros usos de la tierra, como la agricultura o la horti- cultura, donde los ciclos de cambio son menos evidentes.
Parte de la respuesta pública negativa a tales actividades procede de una escasa comprensión de los regímenes, prácticas y efectos de la ordenación forestal. Es evidente que la industria forestal tiene la responsabilidad de educar a la opinión pública, modificando al mismo tiempo sus propias prácticas para aumentar su aceptación. Las grandes cortas a hecho y la reten- ción de los residuos de saca (ramas y árboles muertos en pie) son dos problemas que suelen provocar la reacción del público, debido a la asociación de estas prácticas con la percepción de una disminución de la sostenibilidad del ecosistema. Sin embargo, esta asociación puede no basarse en hechos, ya que lo que se valora en términos de calidad visual no implica beneficios para el medio ambiente. La retención de residuos, aunque parezca antiestética, sí proporciona hábitat y alimento a la fauna
y permite que funcionen ciertos ciclos de nutrientes y materia orgánica.
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