Los aceites, elaborados a temperaturas elevadas, pueden provocar molestias físicas, sobre todo en las zonas tropicales, a menos que se adopten medidas eficaces al respecto. Pueden producirse calambres musculares, agotamiento y golpes de calor. El calor radiante debe reducirse mediante el revestimiento calorífugo y el aislamiento de los depósitos y los conductos de vapor. Una ventilación mecánica eficaz debe procurar una renovación frecuente del aire. Los trabajadores podrán acceder
a menudo al consumo de bebidas y disfrutarán de descansos frecuentes en áreas acondicionadas.
El acceso a depósitos a granel para su reparación o limpieza puede constituir un riesgo relacionado con la presencia en espa- cios restringidos. Los trabajadores deben recibir formación sobre los procedimientos de actuación en estos casos, como la comprobación de la atmósfera de estos recintos y los métodos de rescate de emergencia. Deberá estar presente un mínimo de dos trabajadores.
Los disolventes empleados en la extracción de grasas y aceites pueden representar riesgos de carácter tóxico. No debe utilizarse el benceno y se aplicará el disolvente menos tóxico disponible
(p. ej. se sustituirá el hexano por el heptano). La extracción locali- zada es necesaria para eliminar los vapores de disolvente en el lugar de origen, o se aplicarán sistemas cerrados.
La dermatitis puede deberse a la manipulación de aceites, grasas y disolventes. Es imprescindible disponer de instalaciones sanitarias y de lavado adecuadas y utilizarlas. Las cremas de barrera y las ropas protectoras contribuyen asimismo a la prevención.
En los centros de producción de aceite de cacahuete, en las condiciones adecuadas de humedad y temperatura, las tortas del filtro prensa pueden ser contaminadas por mohos de Aspergillus flavus , que contiene aflatoxinas. Se ha observado que los traba- jadores expuestos a una considerable contaminación atmosférica de estas sustancias en su lugar de trabajo padecen afecciones hepáticas agudas o subagudas y registran una mayor prevalencia de tumores.
La utilización de animales para producir grasas y piensos para el ganado puede conllevar asimismo riesgos biológicos Aunque la mayoría de animales y materias animales empleadas como fuente para la extracción de grasa son sanos o se han obtenido de animales sanos, un pequeño porcentaje procede de otros que han muerto en accidentes de tráfico o por otras causas descono- cidas y, quizás, están enfermos. Algunas enfermedades animales, como el ántrax o la brucelosis, también pueden afectar a los seres humanos. Los trabajadores de mataderos y centros de clasi- ficación pueden correr peligro. En el Reino Unido, personas denominadas “matarifes” se ganan la vida recogiendo en el campo animales muertos y extrayéndoles la grasa en el patio de su casa. Pueden correr un gran riesgo, debido a la mayor proba- bilidad de que entren en contacto con animales enfermos y a las
condiciones adversas en las que trabajan.
La utilización en el pasado de órganos de ovejas, incluidos los sesos, como fuente de pienso para el ganado ha dado lugar a la encefalopatía espongiforme bovina (“la enfermedad de las vacas locas”) en algunas reses del Reino Unido cuando han consumido los sesos de ovejas con una enfermedad cerebral denominada
“scrapie”. Al parecer, algunas personas han contraído esta enfer- medad al comer carne de vacas que padecían la encefalopatía espongiforme.
La exploración médica periódica de trabajadores, la selec- ción, la formación y la supervisión son factores que contri- buyen a la prevención de accidentes y enfermedades profesionales.
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