viernes, 13 de junio de 2014

Formación de los trabajadores forestales

La formación en el tajo todavía es muy común en la industria forestal. Suele ser muy ineficaz, porque es un eufemismo para la imitación o sencillamente para el aprendizaje por tanteo. Toda formación tiene que basarse en objetivos establecidos de forma y en instructores bien preparados. Por ejemplo, la formación mínima exigible para nuevos operarios de motosierras es un curso de dos semanas seguido de adiestramiento sistemático en el lugar de trabajo.
Por suerte, se ha producido una tendencia a impartir una formación más larga y bien estructurada en los países industria- lizados, al menos para los empleados directos y la mayoría de los recién llegados. En varios países europeos, los trabajadores fores- tales tienen que pasar períodos de aprendizaje de 2 o 3 años. En FAO/CEPE/OIT 1996b se describe la estructura de los sistemas de formación y se enumeran los contactos con los cole- gios. Sin embargo, incluso en estos países existe una separación cada vez mayor entre lo anterior y los grupos problemáticos como los autónomos, contratistas y sus empleados, y los gran- jeros que trabajan en su propio bosque. Los programas piloto de formación para estos grupos han demostrado que pueden ser inversiones rentables, ya que su coste se ve más que compensado por el ahorro que se deriva de la menor frecuencia y gravedad de los accidentes. A pesar de sus ventajas demostradas y de algunos ejemplos alentadores, como la Escuela de Aprovechamiento Forestal de Fiji, la formación para los trabajadores fores- tales es prácticamente inexistente en la mayoría de los países tropicales y subtropicales.
La formación de los trabajadores forestales debe basarse en las necesidades prácticas de la industria y de la persona formada. Debe ser práctica en lugar de sólo teórica. Puede impartirse por medio de diversos mecanismos. En Europa se han utilizado mucho las escuelas o los centros de formación con excelentes resultados. Sin embargo, comportan un alto coste fijo, necesitan que se matriculen bastantes personas cada año para ser rentables y suelen estar alejados del lugar de trabajo. Por consiguiente, en muchos países se ha preferido la formación móvil. En su forma más simple, instructores especialmente preparados viajan a los lugares de trabajo y ofrecen cursos de acuerdo con programas que pueden ser estándar o modulares
y adaptables a las necesidades locales. También ha resultado un éxito emplear como instructores a tiempo parcial a trabajadores cualificados con cierta formación adicional. Cuando la demanda de formación es mayor, se utilizan camiones o remolques espe- cialmente equipados como aulas y talleres. Existen diseños y listas de posibles equipos para tales unidades (Moos y Kvitzau 1988). La formación móvil puede ser la única manera de llegar a algunos grupos, como los contratistas y los granjeros.



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