Las uvas y las bayas tienen que someterse a la aplicació n frecuente de plaguicidas para el control de insectos y agentes pató genos. Los aplicadores, mezcladores, cargadores y demás personas presentes en los campos o que ayuden a la aplicació n deben adoptar las precauciones que se indiquen en la etiqueta
o los requisitos de las autoridades locales. La aplicació n de plaguicidas en estos cultivos puede ser especialmente peligrosa por la naturaleza del depó sito necesario para controlar las plagas. Con frecuencia deben rociarse todas las partes de la planta, incluido el envé s de las hojas y todas las superficies de los frutos o bayas. Eso exige a menudo la aplicació n de gotas muy pequeñ as y la utilizació n de aire para facilitar la penetració n entre las hojas y el depó sito del plaguicida. Por ello se utilizan muchos aerosoles, que pueden ser peligrosos por inhalación y exposición ocular o dé rmica.
Los fungicidas suelen aplicarse en forma de polvo a las uvas y muchos tipos de bayas. El má s comú n de ellos es el azufre, que puede utilizarse en la agricultura orgá nica. El azufre puede ser irritante para la persona que lo aplica y para otras presentes en los campos. Tambié n se sabe que alcanza concentraciones atmosfé ricas suficientes para causar explosiones e incendios. Deben tomarse precauciones para evitar que se disperse en forma de una nube de polvo de azufre y alcance una posible fuente de ignició n, como una má quina, un motor elé ctrico u otro aparato que produzca chispas.
Muchos campos son fumigados con materiales muy tó xicos antes de plantar los cultivos para así reducir la població n de plagas de nematodos, bacterias, hongos y virus que pueden atacar a las plantas jó venes. La fumigació n suele consistir en la inyecció n de un gas o líquido en el suelo, cubrié ndolo luego con una lá mina de plá stico para evitar que el plaguicida se escape demasiado pronto. La fumigació n es una prá ctica especializada que só lo debe ser realizada por personas debidamente formadas. En los campos fumigados debe colocarse un cartel de advertencia para que nadie entre hasta que se haya retirado la cubierta y disipado el fumigante.
La aplicació n de fertilizantes conlleva ciertos riesgos. Puede producirse inhalació n de polvo, dermatitis por contacto con la piel e irritació n de los pulmones, la garganta y las vías respiratorias. El uso de una má scara con filtro de polvo puede ser ú til para reducir la exposició n hasta niveles no irritantes.
Los trabajadores pueden verse obligados a entrar en los campos para realizar operaciones de riego, poda o recolecció n poco despué s de la aplicació n de plaguicidas. Cuando no pueda esperarse el tiempo indicado en la etiqueta del plaguicida o la normativa local, deberá n utilizar prendas protectoras para evitar la exposició n. La protecció n mínima consiste en una camisa de manga larga, pantalones largos, guantes, sombrero, zapatos y protecció n de los ojos. Dependiendo del plaguicida utilizado, el tiempo transcurrido desde su aplicació n y la normativa local, es posible que se exija un mayor nivel de protecció n, con un respirador, un traje impermeable y botas de goma. Para determinar el nivel correcto de protecció n conviene consultar con las autoridades locales en materia de plaguicidas.
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