sábado, 29 de marzo de 2008

Resbalones, tropezones y caídas en la Industria del Te

Los resbalones, tropezones y caídas constituyen un problema importante. En las operaciones de mezclado y envasado en seco se acumula polvo de té fino en las superficies de paso y de trabajo. Es importante contar con un buen servicio de mantenimiento. Se debe barrer el polvo del suelo de forma regular. Los residuos y otros objetos que queden en el suelo se deben recoger inmediatamente. El calzado con suela de goma antideslizante parece que proporciona la mejor tracción. Las á reas de procesos húmedos tambié n entrañ an riesgos de resbalones y caídas, por lo que los suelos deben mantenerse lo má s secos posible. Las zonas en que se realizan procesos húmedos han de contar con un drenaje adecuado. No se debe permitir la acumulación de agua estancada. Si hay agua estancada se deberá arrastrar hasta los drenajes del suelo.

viernes, 28 de marzo de 2008

Actividades en los viveros: Riesgos ergonómicos (I)

El trabajo en los viveros, así como otras actividades agrícolas, se asocian a elevadas tasas de lesiones por dislocaciones y distensiones. Los datos de AgSafe (1992) indican que el 38,9 % de las lesiones notificadas en los trabajos de horticultura (incluidos los viveros) fueron distensiones y dislocaciones, porcentaje ligera- mente superior al resto del sector agrícola en su conjunto. Los esfuerzos excesivos fueron la causa del 30,2 % de las lesiones, tasa tambié n ligeramente superior a la media del sector.
Los factores de riesgo má s comunes para la aparició n de problemas musculosquelé ticos relacionados con el trabajo parecen estar asociados a las siguientes tareas:
Durante la multiplicació n, el trabajador permanece de pie o sentado ante una mesa de trabajo, vacía una cesta con esquejes de las plantas y utiliza unas tijeras de mano para cortarlos en trozos má s pequeñ os. Con la mano derecha se manejan las tijeras y con la izquierda se agarran los esquejes. Una vez cortado cada esqueje, las tijeras tienen que limpiarse sumer- gié ndolas en un pequeñ o recipiente con una disolució n desinfectante.
Al cortar, una de las manos está ocupada en apretar las tijeras de forma muy repetitiva, con una media de entre 50 y 60 cortes por minuto. Durante todo este ciclo se produce una flexió n leve o moderada de la muñ eca y una desviación del cú bito. La otra mano se utiliza para agarrar los esquejes, orientarlos correctamente para su cortado y arrojar los restos en un bidón. Durante todo esta operación se produce tambié n una extensió n moderada de la muñeca y una desviación del cúbito.
Los trabajadores que realizan esta labor son muy especializados y se dedican a ella casi todo el añ o, sin rotación a otros puestos de trabajo. Es frecuente que sufran dolor y entumecimiento de la mano, la muñeca y el brazo. Al cabo de varios añ os de realizar esta actividad, registran una elevada incidencia del síndrome del tú nel carpiano.
Para transportar las plantas de la cinta transportadora a un remolque, los trabajadores tienen que agarrar 3 ó 4 macetas de 4 kg en cada mano y colocarlas en un remolque situado a un lado o detrá s de ellos. Este ciclo de trabajo se repite entre 13 y 20 veces por minuto. Los factores de riesgo son la acción altamente repetitiva de agarrar, la gran presió n que se ejerce y las posturas forzadas, con flexió n de tronco, la zona lumbar y la espalda.
Para transportar las plantas del remolque al lecho de plantación, el trabajador agarra 3 ó 4 macetas las carga unos 17 m y las coloca en el suelo formando una fila. Este ciclo de trabajo se repite 3 ó 5 veces por minuto. La manipulació n de macetas es un trabajo a tiempo completo durante todo el añ o para muchos trabajadores. Se asocia con dolor en los dedos y las manos, las extremidades superiores y la parte inferior de la espalda. Puesto que estos trabajadores suelen ser má s jó venes, todavía no existen datos que avalen la elevada tasa de lesiones cró nicas de espalda que puede preverse en ellos.

jueves, 20 de marzo de 2008

ENFERMEDADES ASOCIADAS CON LA CAZA Y LA CAZA CON CEPO: Los hantavirus

Los hantavirus infectan a roedores en todo el mundo, y se han descrito desde hace décadas, que aparecen de modo característico en el riñón. En 1993, se reconoció inicialmente en Estados Unidos el síndrome pulmonar por hantavirus. Este virus causaba una insuficiencia respiratoria rápidamente fatal. Es probable que se transmita por medio de orina y heces de roedores en aerosol. Se cree que las personas infectadas se expusieron a ratones que contaminaban cabañas y casas.
Además, los cazadores y los tramperos pueden exponerse a una gran variedad de otras infecciones víricas, bacterianas, micóticas y parasitarias que se encuentran en ocasiones en animales silvestres (Tabla 69.1). Pueden consultarse las obras de referencia habituales para más detalles.
La mayoría de las zoonosis y de otros agentes infecciosos pueden evitarse si se utiliza el sentido común y se adoptan ciertas precauciones generales. El agua debe hervirse o tratarse químicamente. Todos los alimentos han de cocinarse adecuadamente, sobre todo los de origen animal. La carne de animales silvestres tiene que cocinarse a 71C. Los alimentos que se consuman crudos tienen que lavarse a conciencia. Hay que evitar mordeduras y picaduras de insectos metiendo los panta- lones dentro de las botas, llevar camisas de manga larga y utilizar repelentes de insectos y mosquiteros si es necesario. Deben eliminarse las garrapatas lo antes posible. Hay que evitar el contracto con tejidos y líquidos orgánicos de animales. Se recomiendan utilizar guantes, sobre todo si existen grietas o abrasiones en las manos. Hay que lavarse las manos con agua y jabón después de manipular animales, y siempre antes de comer. Es preciso lavar mordeduras y heridas con agua y con jabón lo antes posible, con tratamiento médico de seguimiento sobre todo si se sospecha la exposición a un animal infectado de rabia. Los cazadores y tramperos deben estar vacunados contra enfermedades comunes en su lugar de residencia. La disponibilidad de un botiquín de primeros auxilios y un conocimiento básico de las técnicas de primeros auxilios pueden suponer la diferencia entre un incidente importante y otro sin trascendencia.

miércoles, 12 de marzo de 2008

Métodos, equipos y riesgos comunes: Apeo y preparativos de extracción (III)

Excepto en el caso de árboles muy pequeños, las hachas no son adecuadas para las operaciones de apeo y tronzado. Con sierras de mano, el proceso es relativamente lento y los errores pueden detectarse y repararse; pero con motosierras, los cortes son rápidos y el ruido impide oír las señales que da el árbol, como el sonido de la fibra al romperse antes de caer. Si en su caída el árbol resulta interceptado por otros árboles, se queda “suspendido”, situación muy peligrosa que debe solucionarse de modo inmediato y profesional. Para bajar los árboles suspen- didos con seguridad y eficacia se utilizan palancas y ganchos giratorios (para árboles pequeños) y cabrestantes manuales o montados sobre tractor (para árboles grandes).
Entre los peligros que comporta el apeo cabe citar la caída o rodadura de árboles; la caída o rotura brusca de ramas; las herramientas de corte, y el ruido, la vibración y los gases de escape con las motosierras. Los vendavales son muy peligrosos, ya que las ramas y las raíces parcialmente cortadas se hallan en tensión; los árboles suspendidos suelen causar accidentes graves y mortales. Todos los trabajadores que participen en el apeo deberán haber recibido formación específica. Las herramientas para el apeo y para bajar árboles suspendidos tienen que encontrarse en el lugar donde se está trabajando. Entre los peligros asociados con el tronzado cabe citar las herramientas de corte, así como la rotura brusca de ramas y la rodadura de troncos o cachones, sobre todo en pendientes.
Una vez derribado el árbol, suele procederse al desmochado y desramaje. Por lo común, continúa haciéndose con herramientas de mano o motosierras a pie de tocón. Las hachas pueden ser muy eficaces para el desramaje. En lo posible, los árboles se derriban sobre un tronco previamente cruzado en el suelo, que sirve de banco de trabajo natural, ya que el árbol queda elevado
a una altura más cómoda y pueden eliminarse todas las ramas sin necesidad de girar el árbol. Las ramas y la copa se cortan a ras del fuste y se dejan en el sitio. Si los árboles son grandes y frondosos, se cortan las copas en pequeños trozos o se retiran hacia un lado, pues pueden suponer un obstáculo para sacarlos al camino o cargadero.
Entre los peligros que entraña el desramaje cabe citar los cortes con herramientas o motosierras; el alto riesgo de retroceso de la motosierra (véase la Figura 68.7); la rotura brusca de ramas en tensión; la rodadura de troncos; los tropezones y las caídas; las posturas de trabajo forzadas, y un trabajo estático si la técnica utilizada no es la adecuada.
En las operaciones mecanizadas, la caída direccional se consigue sujetando el árbol con una pluma montada en una máquina base suficientemente pesada, y cortando el fuste con una cizalla, sierra circular o sierra de cadena integrada en la pluma. Para ello, la máquina ha de mantenerse bastante cerca del árbol. A continuación se baja el árbol en la dirección deseada por medio de movimientos de la pluma o de la base de la máquina. Los tipos de máquinas más comunes son las corta- doras-atadoras y las cosechadoras.

domingo, 9 de marzo de 2008

Piel II


La reducción de la exposición a los agentes causantes constituye el principal método preventivo de la dermatitis y las alergias de contacto. Un secado adecuado de los alimentos con anterioridad a su almacenamiento y el mantenimiento de la limpieza mientras dure éste pueden facilitar el control de las esporas en suspensión en el aire. Los EPP, como guantes, máscaras y trajes especiales, previenen el contacto directo de los trabajadores con estas sustancias y reducen al mínimo el riesgo de dermatitis y otras alergias. Los materiales de los guantes de látex pueden provocar reacciones alérgicas en la piel y deben evitarse. Asimismo, una aplicación correcta de cremas protectoras, siempre que sea posible, puede minimizar el contacto con el irritante dérmico.
Las enfermedades infecciosas y parasitarias de origen animal son los trastornos profesionales más específicos de las industrias alimentarias. Son muy comunes en los trabajadores de los sectores cárnico y lácteo, como resultado del contacto directo con los animales infectados. Es un riesgo que corren también los agricultores y otros trabajadores que entran en contacto con animales. La prevención resulta especialmente compleja, ya que es posible que los animales no muestren síntomas de enfermedad. En la Tabla 67.3 se muestran los tipos de infecciones observadas.
El principio fundamental para prevenir la contracción y la difusión de las enfermedades dérmicas infecciosas y parasitarias es la higiene personal. Es necesario disponer de baños, lavabos y duchas limpios. Los uniformes, los equipos de protección personal y las toallas de mano deben lavarse y, en algunos casos, esterilizarse con frecuencia. Las heridas han de desinfectarse y vendarse, con independencia de su gravedad, así como cubrirse con un material protector hasta su curación. La limpieza y la higiene del lugar de trabajo son igualmente importantes. Se incluyen aquí un lavado exhaustivo de los equipos y las superfi- cies en contacto con los tejidos animales después de cada jornada laboral, el control y la exterminación de roedores y la exclusión de perros, gatos y otros animales de los centros de trabajo.
La vacunación de animales y la inoculación de trabajadores son medidas adoptadas por numerosos países con el fin de prevenir las enfermedades infecciosas y parasitarias. La detección y el tratamiento precoces de las enfermedades con medica- mentos antibacterianos y antiparasitarios son esenciales para contenerlas e, incluso, erradicarlas. Es necesario examinar a los trabajadores tan pronto como aparezca algún síntoma, como toses recurrentes, fiebre, migrañas, irritación de garganta y trastornos intestinales. En cualquier caso, deben someterse a exploraciones médicas con una periodicidad establecida, además de los reconocimientos básicos previos y posteriores a la ocupación de un determinado puesto. En algunos países es obligatorio informar a las autoridades de los casos en que se detecten en las exploraciones infecciones de origen profesional en los trabajadores.

martes, 4 de marzo de 2008

Buques de pesca II

La informació n té cnica en que se basan las disposiciones del Convenio fue proporcionada en su mayor parte por los países pesqueros industrializados de Europa y Norteamé rica. Poco despué s de la Conferencia de 1977 se observó que algunos países de otras regiones del mundo tenían problemas para ratificar partes del Convenio relativas a los buques de menor tamaño dentro de los superiores a 24 m de eslora. Una conferencia cele- brada en 1993 en Torremolinos dio como resultado el Protocolo de Torremolinos de 1993, que suavizó algunos capítulos del Convenio aplicables a determinados buques de pesca. El capítulo relativo a la maquinaria y las instalaciones elé ctricas y a los espacios de má quinas desatendidos perió dicamente só lo es aplicable, con arreglo al Protocolo de 1993, a los buques nuevos de
45 m de eslora o má s. El capítulo relativo a la protección, detección y extinció n de incendios se dividió en dos partes: la Parte A só lo es aplicable a los buques de pesca nuevos de 60 m de eslora o má s, y la Parte B contiene exigencias menos estrictas para los buques comprendidos entre 45 y 60 m. El capítulo sobre comu- nicaciones por radio se aplica a los buques tanto nuevos como en uso de 45 m de eslora o má s. El Protocolo de 1993 del Convenio de Torremolinos de 1977 tambié n actualiza dicho convenio y toma en consideració n la evolució n tecnoló gica desde 1977 a 1993. El Protocolo fue ampliado para incluir los buques que procesan sus propias capturas.
La Conferencia de Torremolinos de 1977 adoptó una Recomendació n relativa al desarrollo de normas de seguridad para buques pesqueros con cubierta de menos de 24 m de eslora, dado que la gran mayoría de los buques de pesca de todo el mundo tienen una eslora inferior a 24 m. Se recomendó a la OMI que continuase desarrollando normas de seguridad en materia de diseñ o, construcció n y equipamiento para dichos buques a fin de promover la seguridad de los mismos y sus tripulaciones. Dichas directrices han sido desarrolladas por la OMI en cooperación con la FAO y la OIT.

lunes, 3 de marzo de 2008

Manejo del material en la industria del Te


El té llega en bolsas o cajones sobre palé s y se ubica en los almacenes en espera del mezclado o el envasado. Las bolsas y cajones se mueven a mano o utilizando sistemas de manejo de material, como elevadoras de horquilla o elevadoras de vacío. Una vez mezclado, el té se traslada mediante cintas transportadoras a vagones para su envasado. Las operaciones de envasado pueden variar desde la utilizació n de equipo altamente automatizado hasta operaciones de trabajo manual intensivo (Figura 65.6). Las lesiones lumbares resultantes de levantar pesos son bastante comunes cuando se manejan bolsas de 100 libras (45,5 kg) o má s. Los movimientos repetitivos que se practican en las cadenas de envasado pueden ocasionar trauma acumulado de cadera, brazos o zona de los hombros.
Sistemas mecá nicos, como las elevadoras de vacío, ayudan a reducir las tareas de levantamiento de pesos. La asignación de dos trabajadores para cargar pesos puede contribuir a evitar la aparición de lesiones graves de espalda. La modificació n de los puestos de trabajo para que sean ergonó micamente má s correctos y/o la implantación de equipos automáticos en las cadenas de envasado reducen la exposición del trabajador a las tareas repetitivas. La rotació n de los trabajadores a trabajos má s ligeros tambié n puede reducir la exposició n del trabajador a este tipo de tareas.
Algunos trabajadores utilizan ayudas personales, como cinturones a la espalda y bandas en la cadera, que les facilitan las tareas de carga o les sirven de alivio temporal en pequeñ os esfuerzos. Ahora bien, estos sistemas no han demostrado su eficacia, pudiendo ser incluso contraproducentes.
La mayoría de las operaciones de almacén requieren el empleo de elevadoras-transportadoras de horquilla. La conduccin a velocidades no seguras, los giros bruscos, la conducción con las horquillas levantadas, la falta de observación, la no cesión del paso a los peatones y los accidentes de carga/descarga constituyen las principales causas de lesió n entre los operarios de las elevadoras de horquilla. Só lo se debe permitir que operarios entrenados y competentes conduzcan las elevadoras de horquilla. La formacion consistirá en clases teó ricas y exá menes de conducción en los que los trabajadores deberán demostrar su aptitud. Un mantenimiento adecuado y la revisió n diaria antes de ponerlos en marcha pueden contribuir asimismo a un uso seguro de estos vehículos.